jueves, 13 de diciembre de 2018

España se muere


Por
José Enrique Villarino Valdivielso
Economista

Hoy hemos conocido las estadísticas de Movimiento Natural de la población del INE y los resultados son desoladores. Las Estadísticas del Movimiento Natural de la Población (MNP) cuantifican el número de nacimientos, defunciones y matrimonios ocurridos en territorio español.


El número de nacimientos se redujo un 5,8% en el primer semestre de 2018, mientras que el de defunciones aumentó un 2,1%. El menor nº de nacimientos en el primer semestre de este año desde hace 76 años. El crecimiento vegetativo de la población presentó un saldo negativo de 46.590 personas durante la primera mitad del año. El número de matrimonios disminuyó un 5,7% respecto al mismo periodo de 2017.

Menos nacimientos que al final de la guerra civil

Pero el dato definitivo es que el nº de nacimientos es inferior a los registrados en el año 1941 en que estaba recién concluida la guerra civil. Después del baby boom de los años sesenta, coincidente con el desarrollismo  de la economía española que propició el régimen de Franco, España ha entrado en un declive demográfico, al que ya me he referido en varias ocasiones en este blog.


Pero, esta agonía no ha hecho más que empezar. Cada vez hay menos nacimientos porque las mujeres en edad fértil tienen menos hijos (1,3 por cada mujer en edad fértil) y los tienen más mayores, a edades más tardías. Por otra parte, las generaciones del baby boom empiezan a llegar a las edades de jubilación, aumentando la base poblacional envejecida. En román paladino: cada vez menos jóvenes y más mayores y esta espiral ampliándose cada vez más.

No hay que olvidar que la tasa de reposición, que es aquella que hace que exista equilibrio entre nacimientos y defunciones, se sitúa en el 2,1, es decir, que la tasa de natalidad se sitúa 0,8 puntos porcentuales por debajo de la que mínimamente garantiza la supervivencia demográfica de una sociedad.

No es mi misión buscar culpables a esta situación. Sin duda, influye la crisis económica, con salarios que malamente permiten sobrevivir a una persona. Y en el caso que trabaje la pareja, quienes tengan esa suerte, no existen condiciones apropiadas para que la mujer y su pareja puedan ocuparse de sus vástagos, teniendo que aparcarlos en una guardería, caso que puedan pagarla.

Pero, no todo es achacable a estas limitaciones actuales. Detrás están también unos valores distintos. La generación de nuestros padres y abuelos no tenían tampoco demasiados posibles, e incluso menos que los de las parejas actuales. Existía una cultura en la que la tradición pesaba mucho, la idea de la familia era extensiva, incorporando a la unidad familiar los abuelos y  familiares solteros.

Los valores reproductivos de una sociedad típicamente agraria para garantizar la mano de obra suficiente, han dejado paso a una visión más individualista y menos familiar en la que prima el gasto como motor hadonístico y de ocio.

Esto no es ya el desierto demográfico. Es un auténtico suicidio demográfico.

1 comentario:

  1. Me sorprende y preocupa lo de la población. Será posible? Muy bueno el análisis.

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