sábado, 5 de enero de 2019

El rostro cruel del desempleo

Anteayer se publicaron los datos de empleo y el gobierno, infundadamente sacó pecho como si los datos fuesen buenos  -son todo lo contrario a buenos- . Todos los gobiernos, antes el PP y ahora el PSOE siempre se ponen medallas y nunca sacan a a colación  el verdadero rostro cruel del desempleo.


Son cifras que producen escalofríos. No existe otro país en Europa en que, aparte el paro global que es de por sí ya muy alto, tengamos un paro juvenil muy, muy y tan, tan alto.


¿Cómo es posible que nuestra economía produzca tanto paro y de gente tan joven? No se me ocurre decir otra cosa que la que ya he dicho en varias ocasiones: que hemos mal formado a unas cuantas generaciones con planes endebles y sin cultura alguna del esfuerzo y el mérito. Y que al alcanzar las edades medianas los mejores se marchan y con los que se quedan fabricamos camareros y poco más. Y según las estaciones los llamamos a trabajar o los devolvemos al paro. Y así año tras año.


Breve historia de 40 años del empleo-desempleo de los menores de 30 años

Los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa), la fuente más fiable para medir el desempleo, nos dan una panorámica de los últimos 40 años, en el gráfico de más arriba.

Los diez primeros años que van de 1977 a 1987 están marcados por el 2º shock petrolero que expulsó empleo en toda Europa y especialmente en España debido a lo ya comentado en el post anterior, en que la llegada de los socialistas al poder en 1982 liquidó el 80% de la industria de cabecera nacional.

De finales de los ochenta hasta 1992-93 se produce un breve período de recuperación que se ve truncado hasta la llegada del PP al gobierno, en las postrimerías del virreinato de Felipe González.

La llegada de Aznar al gobierno proporciona casi una década de creación de empleo que se prolonga en la primera legislatura de Zapatero gracias, entre otras cosas y sobre todo, a la burbuja inmobiliaria que propiciaron PP y Psoe y que según Rodríguez zapatero todo iba viento en popa, hasta que todo saltó por los aires en el primer semestre de 2008, junto con más de la mitad del sistema financiero, en manos de los políticos.

A partir de ahí, el septenio del llanto y el crujir de dientes hasta finales de 2014 e inicios de 2015 en que la macroeconomía sale del letargo, pero  no así la economía de bolsillo de muchos ciudadanos, que todavía siguen con la crisis a cuestas, debido fundamentalmente a que el ajuste de la crisis se hizo a costa de una brutal devaluación salarial que parece haberse ha instalado, como dicen los cursis, para quedarse.

Cuando el empleo jóven se hace más difícil y los gobernantes hacen papeles

El gráfico lo deja muy claro. Hasta  2003-2004 el paro no hacía muchos distingos entre las personas de menos y más de 30 años según si tenían una titulación universitaria o no. Pero es a partir de entonces y sobre todo en los años duros de la crisis en que el paro de los jóvenes (admitiendo la convención de llamar jóvenes a los < de 30 años) en que la diferenciación entre jóvenes con titulación universitaria y no universitaria se hace ostensible, hasta hoy, en que todavía los no titulados acumulan más de 12 puntos porcentuales de desempleo que los universitarios, sin olvidar que éstos sufren un nada  desdeñable 18%.

El gobierno de Rajoy puso negro sobre blanco su contribución para resolver el problema del desempleo juvenil con su Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016 (EEEJ) que, inicialmente contaría con 1800 millones de euros y proponía hasta 100 medidas y que no sirvió para casi nada, hablando en plata.

Decimos esto porque aunque para los políticos de entonces, esta estrategia tuvo un balance muy positivo, la última noticia acerca de la EEEJ (abril del 2018) fue que desde 2013, había dado oportunidades de empleo o formación a más de 2,5 millones de jóvenes. La EEEJ habría permitido además impulsar el Sistema de Garantía Juvenil, al que se habrían inscrito 1.100.000 jóvenes, de los cuales un 43% habría encontrado un empleo.

No obstante, como suele ser demasiado habitual en nuestro país, no se conoce ninguna evaluación rigurosa (con criterios científicos mínimamente aceptables) del impacto global de este Plan, ni de cuantas, ni cuales de las 100 medidas han llegado a ser efectivas. Decimos esto porque la evaluación llevada a cabo por el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE), que incluyó a España y a otros 5 países, y sus conclusiones no parecen ser tan optimistas como las del gobierno antes de que Sánchez les echase.

Como no podía ser menos, este gobierno también ha escrito  su Plan de Choque por el Empleo Joven 2018-2021 con 50 ( el del PP eran 100) medidas de políticas activas que supondrían unos 2000 millones de euros (todo muy redondo) durante estos tres años.

No es por nada, pero me da el tufo, después de tantos años viendo papeles y más papeles que este nuevo plan va a ser más de lo mismo. Vermos a ver lo que el tiempo y los números nos dicen. ¿Qué por qué digo esto? Vean:

El Plan, solamente en el bienio 2019-2020, pretende reducir la tasa de paro juvenil hasta el 23.5% (165 mil parados de < 25 años menos); incrementar la tasa de actividad hasta el 73.5% (20-29 años), aumentando en al menos 1 punto la tasa de hombres y en al menos 3 puntos la de las mujeres); reducir en un 20% la brecha entre hombres y mujeres en la tasa de paro e incrementar cada año un 15% el numero de contrataciones indefinidas (2,9 millones de contrataciones).

Tela marinera.

La formación clave para encontrar empleo

Es lo archisabido, no descubro nada nuevo. Pero es bueno dar un repaso a los números para constatarlo y no caer en el topicazo con que nos sermonean los políticos, mientras ellos no hacen nada por resolver este grave problema.

Un par de comentarios a destacar del gráfico de la izquierda:

1) Desagregando las tasas de paro de los jóvenes por nivel educativo, se observa que como otros muchos datos de nuestro mercado de trabajo, éstas no han retornado al estado anterior a la crisis.

2) Se ha producido una importante brecha entre las tasas de paro de los jóvenes más formados y los menos formados. Lo que corrobora el hecho de que  en tiempos de crisis cuanto mayor es la formación de los jóvenes más armas tienen para conseguir un puesto de trabajo.

En efecto, antes de la crisis existían escasas diferencias en tasas de paro por niveles educativos (la de los titulados universitarios eran similares a las de bachillerato y la ESO, e incluso inferiores a los dos ciclos de FP). Una vez desatada la crisis el abanico entre niveles educativos se ha abierto, para no volver a cerrarse, con brechas de hasta 16 pp con los titulados en ESO y de 28 puntos con los que alcanzaron niveles inferiores.


No son ganas de empezar el nuevo año con previsiones agoreras, pero para revertir algo la situación que describen los gráficos que hemos expuesto hay que tener muchas ganas y remangarse, cosas que no suelen hacer los gobernantes a los que solo importa el mañana. Queda mucha tela que cortar y pocas ganas de que nuestros jóvenes tengan un trabajo, primero, y que éste esté dignamente remunerado.

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