domingo, 25 de noviembre de 2018

Quizá somos más ficción que realidad

Esta mañana escuchaba a la joven psiquiatra doctora Rojas Estapé, del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas. que hablaba de su libro "Cómo hacer que te pasen cosas buenas" y de todo lo que dijo sobre su libro me llamó la atención escucharle que mente y cuerpo no distinguen la ficción de la realidad.


Jopé, un poco fuerte, ya que ello equivale a decir que nuestras neuronas no solo perciben la realidad de las cosas, de lo que vivimos, sino que también perciben y les influyen nuestras ficciones, nuestras ilusiones, nuestras depres, nuestros miedos, etc. Hasta ahora yo creía que mis depres podían estar provocadas por niveles bajos de litio o cualquier otro péptido, mineral, vitamina, etc y que había una única relación causa-efecto de que un mal funcionamiento neuronal era la causa de un efecto: mi depresión.

Lo que sostiene la doctora es que existe un efecto de feed-back por el que mis sentimientos, la felicidad, las desgracias, las depres, etc, no es lo que me pasa, sino cómo interpreto lo que me pasa y eso llega a las neuronas, de tal manera que, aunque no sea objetivamente cierto, si creo que soy una escoria, me pasa efectivamente lo que yo interpreto que me pasa, que soy una escoria, y así lo vivo.

También desvela Marian Rojas en su libro que "las enfermedades tienen que ver con las emociones", porque "todas las emociones vienen precedidas de un pensamiento". Dichas emociones "activan y desactivan nuestras células", provocando que haya "células contentas o células tristes, células resentidas y células rabiosas, y eso tiene una influencia en las enfermedades".

El "cortisol" y la era digital

Ojo con el cortisol. Las personas, "ante el miedo, activamos el cortisol". "Es fundamental, una hormona de la supervivencia", apunta Rojas. Vamos, un corticoide anti inflamatorio"Por las noches está baja y a lo largo de la noche sube y tiene el pico más alto por la mañana, que te hace despertarte y estar activo".

Por tanto, "una persona que vive con una amenaza constante", el cuerpo "segrega esa sustancia igual cuando te pasa que cuando te la imaginas", ya que "mi mente mi cuerpo no distinguen lo que es real de lo que es imaginario".

Según la psiquiatra, "en el siglo XXI" la sociedad está "intoxicada por cortisol", ya que "el cortisol no baja cuando se vive constantemente en alerta" y se traduce en "síntomas a nivel físico", porque "el cortisol cambia cuando está intoxicado y es un inflamador que quita todas las defensas del cuerpo". También tiene síntomas psicológicos, "todo te pone nervioso, esa persona que me caía bien ahora no la soporta, fallos de concentración, problemas de sueño...".

 "Uno de los factores que está inflamando la sociedad es la pantalla. Es un experimento sociológico. Estamos transformando el cerebro de la gente a pasos agigantados. ¿Quién puede reconocer que desde que tiene un smartphone es más inteligente? Hay médicos que lo llaman demencia digital".
Esta demencia digital viene provocada por estar "constantemente en alerta por las notificaciones", y eso "está alterando nuestro sistema cerebral". "Estamos constantemente a base de gratificaciones instantáneas". Ante esta situación, Rojas aboga "por el modo avión en la vida, sin miedo". "El primer día te puede dar un poco de taquicardia. El segundo lo llevas mejor y al tercer día te sientes con un autodominio...".

Una recomendación que hacer Rojas es incluir el Omega 3 en la dieta, que ha demostrado "ser un potente antiinflamatorio cerebral que mejora el estado de ánimo".

El ejemplo de los indios americanos

Después de haber escuchado a la doctora, me acordé de un dicho por el que los indios americanos creían que los cabellos son una prolongación de las neuronas del cerebro, filamentos que forman parte del cerebro y de ahí en que luciesen largas cabelleras y que anhelasen las del prójimo enemigo.

El caso es que durante la segunda guerra mundial, algunos de los pocos indios que quedaban en las reservas fueron reclutados como exploradores del ejército norteamericano, habilidad en la que siempre han destacado. Pues bien, sus mandos advirtieron que su olfato y destreza esperada no era tal y su función ojeadora y exploratoria no era la habitual que cuando estaban en suelo USA.

Después de un tiempo, sus mandos descubrieron que debido a la disciplina castrense su pelo era notablemente recortado cada cierto tiempo, siendo esta circunstancia ka que influía en su rendimiento al verse privados de sus largas cabelleras Autorizadas éstas de nuevo, sus habilidades volvieron a ser las de siempre.

Ellos, los indios creían que al haberles privado de sus cabelleras habían perdido sus facultades y por ello no eran capaces de advertir peligros y esta ficción se tornaba para ellos en realidad.

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