viernes, 19 de octubre de 2018

La economía circular: descubriendo el perogrullo:

"El modelo de la economía circular se basa en la producción de bienes y servicios de manera sostenible, reduciendo el consumo, el tiempo, las fuentes de energía y los desperdicios. La relación entre economía y medio ambiente es fundamental." 

Esto es lo que dice en una página exclusiva la Comunidad de Madrid, que se ha apuntado a esta nueva boutade progre, que ahora descubren lo que antes han denostado.



Otra definición más:

Según la Fundación Ellen McArthur, la economía circular tiene por objetivo mantener la utilidad de los productos, sus componentes y materiales el mayor tiempo posible de tal forma que conserven su valor. Para ello se deben diseñar de tal forma que no contaminen, garanticen su longevidad y múltiples usos, su desmontaje sin un coste elevado y su reciclaje. Como consecuencia se obtendrá una gestión eficiente y sostenible a lo largo de todo el ciclo de vida del producto.

Si algo me toca las narices de este tema es la pretensión de dar la apariencia de ciencia económica a una mera lógica de perogrullo del uso de las cosas, . Ahora, todo es economía, todos son doctores o másteres en Economía, cuando la realidad es que este mundo está lleno de ágrafos. Ahora resulta que, según los listos de la Comunidad de Madrid, a través de Gedesma, promueve MADRID7R Economía Circular, para impulsar la transición desde un modelo económico lineal hacia un modelo de economía circular.

Alguien me tiene que explicar esta nueva división de la Economía en lineal y circular. Ni palabra de ello en mis cinco años de carrera y cuarenta de profesión.

La llamada economía circular no es otra cosa que la escasez y sus consecuencias que, por ejemplo, viví de pequeño y joven en la tardo-postguerra de finales de los 40, 50 y primera mitad de los 60. Del abrigo de mi padre sacaban tela y forro para hacernos los abrigos a mi hermano y a mi, así como de los pantalones, a los que cundo estaban ya raídos, se les daba la vuelta, y lo mismo a los cuellos de las camisas.

Los inviernos eran por aquel entonces en Galicia lluviosos, muy lluviosos y duros. Con un par de botas marca Segarra, tirábamos todo el invierno, hasta que en Mayo-Junio nos compraban las sandalias para la primavera y el verano.

Elvira, la asistenta que iba a mi casa a ayudar a limpiar a mi madre, ya con la salud quebrada, se llevaba en un cubo los desechos orgánicos de la comida para dárselos, unos en crudo, y otros cocidos, al par de cerdos que criaba para ayudar a la alimentación de su familia.

Otro ejemplo, tanto mi madre como mi tía me enviaban a recoger a un pequeño taller casi siempre uni personal, siempre con una mujer al frente, a llevar a reparar y recoger las medias de nylon, cuando en algunas de ellas se producían lo que se llamaban carreras, pequeñas roturas en la malla de las medias.

En todas las casas las madres tenían en el cesto de la costura un huevo de piedra u otro material duro y liso que usaban para zurcir y rezurcir los calcetines de todos los miembros de la familia, fundamentalmente de la gente menuda.

O cuando nos compraban los domingos un TBO de las múltiples colecciones que existían y que para no seguir comprando nuevos ejemplares, íbamos al carrito ( pequeño carromato fijo en que se vendía todo tipo de chuches, cigarrillos sueltos, etc) a cambiar los ya leídos por otros que previamente habían sido leídos por otros niños.

En fin, que los 7 principios de perogrullo que se ha inventado la rimbombante y pretenciosa "economía circular": reutilizar, renovar, reparar, reciclar, recuperar, rediseñar y reducir, eran ampliamente conocidos y puestos en práctica desde tiempos inmemoriales, por no decir prehistóricos.

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