miércoles, 21 de noviembre de 2018

Transición y el estrepitoso fracaso del Estado de las autonomías

Franco, le pese a quien le pese, inició la transición con el nombramiento de sucesor a Juan Carlos, nieto de un rey que abandonó España. El régimen creado por Franco posibilitó la transición al hacerse el hara-kiri aprobando la Ley de Reforma Política que llevó al Príncipe a la Corona y a la Jefatura del Estado.


Y el Rey se equivocó nombrando a Suárez presidente del gobierno, tal como escribió el historiador De la Cierva en un célebre artículo titulado "Qué error, qué inmenso error". Había otros candidatos más solventes, de mayor preparación y con mayor peso y trayectoria política más alejada del régimen que se suicidó.

La transición la delineó la CIA, para lo que Nixon envió al ex jefe de la CIA, general Vernons Walter [1] a entrevistarse con Franco; los propios servicios secretos de las postrimerías de régimen que negociaron con Carrillo una vuelta pactada y la socialdemocracia alemana que dio dinero para resucitar un Psoe ya enterrado y encienagado de sangre por su papel en la guerra civil y el dinero que se llevaron sus dirigentes al exilio, en un nuevo Psoe apesebrado que fuera la izquierda del sistema, para lo cual González tuvo que renunciar al marxismo.

Suárez, ex falangista, ex secretario general del Movimiento y ex Director General de TVE creó un partido de aluvión con ex falangistas como él, democristianos, liberales, socialdemócratas que luego se pasaron al Psoe y otros sin ideología alguna o que la habían colgado en el perchero de entrada.

Suárez legalizó al partido comunista una Semana Santa, con el rechazo de buena parte del Ejército, rechazo que luego cristalizaría en una chapuza y simulacro de golpe provocado por los servicios de inteligencia, en el que todos estaban en el ajo, excepto la mayoría de los militares. El golpe se dio con el rey en el ajo y a mayor gloria suya para tener mayor legitimidad, apoyándole la izquierda, que era lo que buscaba para lavar su ilegitimidad dinástica.

A Suárez le destronaron los suyos y el rey que ansiaba un cambio de partido en el poder y en Febrero de 1981 dimite asumiendo la presidencia Calvo Sotelo que pierde las elecciones en Octubre de 1982, dando paso a otra etapa de la transición, presidida por Felipe González.

La tan traída y llevada Constitución de 1978 es una piedra angular de los 40 años siguientes, dándose la paradoja de que entre sus padres hay de todas las ideologías, incluida la nacionalista entonces y secesionista hoy en la persona de Miguel Roca representante de la entonces Minoría Catalana donde también estaban incluidos CDC, UDC, PSC-R, EDC y ERC, es decir la créme del secesionismo de derecha y social-republicano.

Es por ello que uno de los problemas territoriales, sino el mayor, de la Nación hoy día es la propia Constitución en su artículo 2, donde se colaron las nacionalidades y el Título VIII entero con la contradicción que supone que el artº 1 hable de la indisoluble unidad de la Nación Española. Pues en éstas nos vemos hoy.

El estado de las autonomías que podía haber sido un estado más descentralizado con regiones reconocidas en sus peculiaridades, fue todo lo contrario: un auténtico suicidio del estado central que se vio desprovisto hasta de su ropa interior.

La ley electoral privilegió a los nacionalismos con una sobre representación parlamentaria que sirvió para, con una aritmética endiablada,  chantajear a gobiernos mayoritarios de los dos signos, que para poder gobernar se plegaron a admitir todo tipo de atropellos y peticiones. Poco a poco y año a año fueron adoctrinando en las escuelas a los niños , jóvenes y universitarios, al tiempo que llevaban a cabo una ingeniería social sobre la población en general a través de los medios sociales  públicos y privados.

A día de hoy las autonomías vaciaron al estado de competencias. De las importantes y de las menos importantes, ante la pasividad de todos los gobiernos centrales y fueron engordadas con dineros al ton ni son, empleados en conformar sus burocracias clientelares y asegurarse con inmensas subvenciones los votos de la reelección.

Ello, no podía ser menos, ha traído corrupción a arrobas en la práctica totalidad de ellas, despilfarro a raudales y sus dispendios han engordado sus administraciones, sus clases políticas y sus funcionariados, engordando el déficit del Estado que somos todos, nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos y quienes vamos a tener que pagar la fiesta de tamaña irresponsabilidad.

Las autonomías, han pasado a la fase final de acoso al Estado y lo más grave, a la Nación, con una desfachatez y permisividad que clama al cielo, donde se hace escarnio de las leyes con toda impunidad, se ataca físicamente a sus jueces, se omiten los símbolo del Estado y se sustituyen por los partidistas y secesionistas. Los gobiernos del Estado han mirado y siguen mirando para otro lado.

A Cataluña, a Vascongadas,le seguirán Valencia, Baleares, Galicia en una primera tanda y quién sabe lo que vendrá después. Ya hay asturianos reivindicando como lengua vehicular el bable y en Murcia El Panocho.  Una esquizofrenia. Todo un delirio

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