Esta chica dijo, pues yo voy a pasar a la historia por ser la adelantada y más obediente de lo que dijo mi Presi y me voy a marcar un discursito de izquierda progresista . Y dicho y hecho. Preguntó que era lo que estaba más a mano con lo que poder lucirse y sus adjuntos le dijeron: pues señora, las ofertas de los licitantes al concurso de la liberalización ferroviaria en ciernes. Ah, pues vamos a introducir unas clausulitas que digan que se valorarán en caso de empate lo que le da por el gusto al Presi en funciones.
El ente que preside esta chica, Isabel Pardo de Vera, fija en el pliego de condiciones:
Uno, que para el concurso se tendrá en cuenta nada menos que con carácter prioritario aquellas propuestas que incorporen una carta de compromiso especificando el cálculo de su huella de carbono y un plan de reducción de la misma. Ahí es nada. ¿Y por qué no se lo ha pedido ya a Renfe, que lleva operando 78 años?
Hasta aquí, lo ecológico. Ahora viene lo social.
Para desempate en caso de igualdad de ofertas, se solicita una segunda carta de compromiso en la que las empresas informen, también tanto del porcentaje máximo de contratos temporales que tendrán dentro de sus plantillas como del porcentaje mínimo de trabajadores con discapacidad que serán empleados en la plantilla. Correcto.
Y tres, para rematar, la traca:
En tercer lugar, se solicita a los licitadores de surcos AVE que informen del porcentaje mínimo de mujeres que serán empleadas en sus respectivos proyectos. Y decimos nosotros, al igual que lo hicimos en el punto uno: ¿Y por qué no le pide a Renfe este porcentaje, que debe de rondar algo así como el 14%?, ¿le va a exigir a los licitadores privados un porcentaje mayor?
Bastaría con una cláusula que dijese que las empresas licitantes incorporen a gente con experiencia y valiosa. El sexo no es garantía de nada.
Estos son los inconvenientes de poner a dedo en puestos públicos a personajes sin madurez, sin experiencia previa, a gente que nunca se ha visto en otra igual, que pretenden pasar a la historia a base de paridas y que pierden el culo por agradar y pelotear a su jefe político de turno, que es en definitiva el que les da de comer. Lamentable.
¿O es que, al tiempo, pretende también asegurarse el sillón que peligraría con Ábalos, a través del apoyo del futuro presidente, si es que llega a serlo? Va a ser, que también.
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( * ) Sí, se dice la presidente, no la presidenta, ya que todas las palabras que lleven ente como sufijo, este sufijo no es significante masculino, ni femenino ya que es la sustantivación del participio activo del verbo correspondiente. Así por ejemplo: yacente, del verbo yacer, el que yace, no se dice yacenta. Otro, contendiente, del verbo contender, el que contiende, no se dice contendienta. Por último: sufriente, del verbo sufrir, el que sufre, no se dice sufrienta.
Pues lo mismo presidente, del verbo presidir, el que preside, no se dice presidenta.
¿Ser feminista -¿por qué no dicen feministo? supone tratar a patadas a nuestra lengua española, formada día a día durante muchos miles de años?
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