Cosas de la demagogia electoral. El partido en el gobierno en funciones promete ligar las pensiones al IPC sin pensárselo dos veces y sin pensar en las consecuencias de tal medida. Una medida que va a tener una mínima, -minimísima- repercusión a nivel individual de los pensionistas, pero mucho mayor en la solvencia de las cuentas del estado y en posibles contradicciones futuras.
Una vez más el gobierno se ha columpiado en sus previsiones. Éste, aprobó a finales de 2018 una subida del 1,6% en las pensiones para el año 2019, previsión que subiría el IPC este año, lo que suponía un gasto adicional de 1.619 millones de euros.
A cierre de septiembre, el IPC ha subido un 0,77% de media en lo que va de año hasta septiembre, menos de la mitad de lo que había estimado el Gobierno.
Para compensar esta metedura de pata de estimar un 1,6% en 2019, sería necesario que el IPC se disparase hasta niveles del 4% en los últimos dos meses del año, cosa nada esperable ya que la tendencia es a la baja, esperando que Septiembre se cierre con una décima (0,1).
La incompetencia de la ministra de economía y la demagogia del presidente le va a costar a las arcas presupuestarias un surplus de algo más de 800 millones que habremos de pagar todos, pensionistas incluidos.
El problema es que ¿de dónde van a salir estos 800 millones? Pues de más déficit público y de más endeudamiento que habrán de pagar las generaciones venideras. Lo de siempre.
Pero la segunda derivada de ligar las pensiones, -de lo que el presidente se vanagloria mitin sí y mitín también- o de cualquier otra remuneración, pública o privada es que ¿qué pasa cuándo el IPC se sitúe en valores negativos?, ¿se van a rebajar esas pensiones y esos salarios, como sería la lógica del propio mecanismo de actualización?, ¿o se van a topar a la baja cuándo el IPC sea inferior a cero?
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