martes, 21 de febrero de 2017
El alguacil, alguacilado
Con estas tres palabras tituló Francisco de Quevedo una de sus obras magistrales. Pero en el caso que vamos a tratar, mejor deberíamos decir, parodiando a Quevedo, "el fiscal, fiscalizado".
Tal es el caso del nada menos que fiscal jefe anti corrupción, señor D. Manuel Moix, estos días de actualidad por su protagonismo en algunos affaires de corrupción política en los casos varios del partido Popular. Pero, esta vez, le toca a él.
Parece demostrado que el fiscal Moix detenta, con algún familiar, la propiedad de una compañía off shore en Panamá, que da cobertura a la residencia palaciega familiar y que resulta muy raro que alguien que no tiene intención de ocultar patrimonio tenga una empresa que es ad hoc para los tejemanejes financieros, radicada en un paraíso fiscal.
Por supuesto que tener una empresa en Panamá no es delito siempre que la Hacienda Pública la tenga bajo su paragüas, pero aunque no sea delito, es muy, muy, pero que muy feo.
Pensemos que este fiscal jefe anticorrupción tuviese que intervenir en un caso en que el inculpado tuviese una empresa en un paraíso fiscal, pues lo tendría complicado, teniendo él otra sociedad similar. Mire, lector, en estos casos se suele echar mano de un dicho, que vaya usted a saber si alguien lo dijo: "que la mujer del César, no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo".
Pues fiscal jefe anticorrupción, ya está tardando usted en dimitir e irse a descansar a ese casoplón-chalet que tiene usted y su familia en Collado Villalba.
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