Dos características del coronavirus como son su alta capacidad expansiva debido entre otras razones a que presenta un dilatado plazo de latencia asintomática y una cierta benignidad en las personas generalmente sanas y no así en las más mayores o con patologías previas, hacen que las medidas de control no sean siempre efectivas y la epidemia se generalice con visos de afectar a grandes capas de población.
No hay que ser un experto estadístico ya que con un poco de aritmética elemental es suficiente para hacernos una idea de que esta epidemia o pandemia con un alto potencial de contagio, va a infectar(nos) a un alto porcentaje de personas en España.
Las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias han sido tardías e insuficientes a juicio de muchos expertos y virólogos, lo que unido a la latencia asintomática ya citada ha hecho que el virus se haya estado paseando de manera silente y aparezcan de pronto brotes zonales muy extensos con una gran velocidad de difusión.
Dijo el Prof Albert Bartlett profesor de Física de la Universidad de Colorado, que el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la función exponencial. La aritmética de la función exponencial no es otra cosa que el interés compuesto y el crecimiento contínuo, dos factores que frecuentemente se dan juntos en epidemiología.
El ejemplo es el célebre aforismo de las celdas de un tablero de ajedrez en que en cada una de ellas se coloca un grano de trigo y en las sucesivas se va doblando el nº hasta la casilla 64. Para llenar esta última casilla no bastarían todos los granos de trigo que se hubiesen producido en toda la historia del planeta.
Según la progresión observada hasta ahora desde que se produjeron los primeros casos, la tasa media diaria de infección es la que se observa en el gráfico, que puede irse incrementando según pasan los días. Suponiendo que esa tasa se mantiene constante y partiendo de los 2.700 casos de contagio producidos a 12/03/12:26 h, estaríamos hablando que en un plazo de tres meses, el nº de personas infectadas podría situarse en torno a 13,4 millones de personas infectadas, con muchos miles de decesos, imposibles de predecir debido a los grados de protección que se adopten sobre todo respecto de las personas mayores. A día de hoy, la tasa de letalidad se sitúa ya en el 2,9%.
Mientras no se alcancen soluciones médico-sanitarias como serían antivirales o una vacuna efectivos, la única solución son tomar las medidas de profilaxis social adecuadas, por duras que deban ser y las también de profilaxis individual y distanciamiento social.
Sólo, si las autoridades públicas toman las medidas necesarias e ineludibles en cada momento, y los ciudadanos a las que nosotros nos competen, se podrá vencer el aciago pronóstico que dicta la estadística y la aritmética.
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