Aunque todavía no conocemos el alcance de la crisis que se nos viene encima una vez más, nos tememos que va a ser especialmente profunda, dura y larga. Por ello no es baladí echar mano de la historia, de la vista atrás para hacernos una idea de la que se avecina.
Dependiendo de su duración, no es aventurado pensar que esta crisis va a dejar en pañales a la que acabamos de padecer el decenio pasado y podría tener la dureza de los años más trágicos de la guerra civil que asoló España el trienio 1936-1939.
La fuente de los datos
Para evitar toda suspicacia acerca de los datos, hemos acudido al trabajo de la institución Angus Maddison que lleva el nombre del profesor de la Facultad de Economía de la Universidad alemana de Groningen, fallecido en 2010, especialista mundial en series e historia económicas de infinidad de países.
https://www.rug.nl/ggdc/historicaldevelopment/maddison/
Angus Maddison (6 de diciembre de 1926 - 24 de abril de 2010) fue un destacado economista británico especializado en historia macroeconómica cuantitativa , incluida la medición y el análisis del crecimiento económico y el desarrollo. Fue profesor emérito en la Facultad de Economía de la Universidad de Groningen. Destacó por documentar el desempeño económico durante largos períodos de tiempo y en los principales países de todos los continentes del mundo.
Períodos y subperíodos
Incluye por tanto cuatro grandes etapas de nuestra historia del siglo XX y lo que llevamos del XXI.
No obstante, estas cuatro grandes etapas históricas muestran diferentes crecimientos si las dividimos según sub etapas más homogéneas, atendiendo a factores políticos y sociales.
Por ejemplo, el período denominado como "franquismo" puede subdividirse en dos: la primera que va de 1939 a 1957 que abarca los períodos de la autarquía de pos-guerra hasta el inicio del Plan de Estabilización.
La segunda, abarca desde el año 1959 hasta 1975, año de la muerte del general, caracterizada con el adjetivo del "desarrollismo" en que se fomentó la industrialización, la apertura económica al exterior y como consecuencia de ello y de otros factores, la conformación de una extensa clase media, en contraste con la sociedad altamente ruralizada y atrasada, dominante hasta entonces.
De igual manera, el pos-franquismo puede subdividirse en dos subfases: la fase partitocrática desde 1977 hasta 2008, año de comienzo de la gran y amplia crisis de inicios de siglo y la fase de crisis propiamente dicha desde 2008 hasta 2016.
Los datos
Los crecimientos en cada uno de estas subfases son los siguientes:
Estos períodos han sido los de las dos repúblicas, incluido el trienio de la guerra civil, con el -0,6 y el -11,0%, si bien el año en que la renta personal se redujo en casi 25 puntos porcentuales más importante del siglo corresponde a 1936.
Tanto la dictadura de Primo de Rivera que se prolongó durante 7 años (1,8%), el franquismo con 37 años y las más recientes de la partitocracia, incluida la transición de Suárez con 38, han registrado crecimientos, en mayor o menor medida.
Sin duda, los mayores crecimientos se produjeron durante los años del franquismo, sobre todo en la segunda fase correspondiente al desarrollismo, también conocida como "el milagro económico español", con una tasa media anual del 5,5%. No obstante, la primera subfase que corresponde al decenio del bloqueo, la II guerra mundial y la autarquía, hasta 1957 en que se inician los prolegómenos del Plan de Estabilización de 1959, se alcanzó un crecimiento medio del 3,4%, alto para las adversas circunstancias que concurrieron durante ese período en el país.
La partitocracia que se abre con la proclamación de la Constitución en el año 1978, presenta dos sub-etapas: la treintena 1978-2008, que con altos y bajos tuvo un crecimiento medio del 2,6%, y del 2008 hasta prácticamente hoy día en que la crisis hizo que se produjese un decrecimiento medio del -1,2% anual.
Los primeros efectos de la crisis, consecuencia de la pandemia de 2020
De 2008 al primer trimestre de 2013, el paro no hizo otra cosa que crecer año tras año, manteniendo la típica estructura estacional, con subidas en los meses de invierno, para decrecer a partir de la Semana Santa, hasta alcanzar los valores mínimos de verano, para remontar en otoño, con un leve descenso en el período navideño.
En el valor más alto, -el primer trimestre de 2013 ya citado- el paro en valores absolutos llegó a sobrepasar los 5 millones de personas, con un decrecimiento sostenido hasta prácticamente el mes de febrero de 2020, en que al cierre del mes de Marzo se produce un brusco cambio de tendencia, sobrepasando los 3,5 millones.
Pero, esta cifra no resume la cifra real, habida cuenta de que en el paro registrado no están contabilizadas aquellas personas acogidas a los ERTEs, los expedientes de regulación temporales, que podrían fijarse en torno a las 800.000 personas. Ambas cifras, paro registrado más ERTEs arrojarían un cifra global al millón o millón doscientos mil desempleados.
Teniendo en cuenta que el confinamiento poblacional todavía prosigue , incluso más restrictivo que la primera quincena y que se desconoce cuando pueden levantarse las medidas confinatorias y la gradualidad o escalamiento con que se vaya retornando hacia la normalidad productiva, las cifras de desempleo seguirán aumentando con toda seguridad.
Con ser este un problema cuantitativamente, humanitariamente y social grave, es previsible que se agrave todavía más ya que en todo el proceso se viene produciendo un deterioro de tejido empresarial, -sobre todo en los autónomos y Pymes, los agentes más vulnerables- de gran calado que no sólo incrementará el desempleo, sino que hará que muchas personas acogidas a ERTEs se conviertan en parados permanentes.
Si ahora miramos los datos desde la vertiente del empleo, cuyo mejor estimador es el nº de cotizantes a la Seguridad Social, en Marzo el nº de cotizantes se ha reducido en 800.000 cotizantes. Una cifra aterradora. No es descabellado pensar que en este contexto el año pueda cerrarse con 6 o 7 millones de personas desempleadas, o lo que es lo mismo con una tasa de paro entorno al 30%.
Por último, la retracción de la actividad económica puede estimarse también en una caída del orden de 10 puntos porcentuales negativos. Todo ello se traducirá en mayor presión impositiva, mayor déficit público, mayor endeudamiento público y privado, sin tocar el gasto improductivo, en una espiral de deterioro económico suicida.
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