Sin embargo, con casi 1.2 millones de unidades registradas en total, este mes representa todavía el segundo volumen más alto registrado en enero desde 2009.
La demanda de automóviles nuevos se redujo en casi toda la Unión Europea, incluidos los cinco principales mercados, con España e Italia con los mayores descensos (8,0% y 7,5% respectivamente), mientras que los porcentajes de caída fueron más modestos en el Reino Unido (‐1.6%), Alemania (‐1.4%) y Francia (‐1.1%).
El escenario es el mismo que desde la mitad de 2018: las restricciones a los vehículos diésel, con la nueva norma sobre emisiones (WLTP), las dudas que se han trasladado a los consumidores con mensajes equívocos y la desaceleración económica.
Los descensos de ventas afectan a todas las marcas. Así por ejemplo: FCA Group (-14,9%), seguido por Ford y Volkswagen, en ambos caso del 6,5%. No se libra ninguna marca europea, salvo Volvo (+21,6), y de las marcas asiáticas, Hyundai (0,2) y Mitsubishi (2,7). BMW cae un 2,7%; PSA Group, un 1,9%; Daimler, un 1,3% y Renault, un 0,7%.
Pues bien, la venta de autos y las ventas del comercio minorista y en los grandes almacenes, son predictores fiables de la evolución de la producción nacional, o sea del PIB. Si esto es así, que desgraciadamente lo es, nos confirman malos augurios futuros para nuestra economía, en un circulo pernicioso. Menos crecimiento, más paro, mas recursos sociales paliativos, menos demanda interna, más déficit y mayor endeudamiento.
Las crisis, son cada vez más profundas y más frecuentes.
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