miércoles, 1 de mayo de 2019

Otra vez, las dos Españas ( y 2 )

Si es verdad que el color de España es el color de lo que se vota, la existencia de dos Españas que avanzabamos en el artº anterior se ha confirmado este pasado lunes. De un dibujo, casi todo en color azul  -exceptuando las provincias independentistas y un par de excepciones-, hemos pasado al rojo, también con muy escasas excepciones.

Del azul al rojo


El título de este artículo y el anterior, lo refrendan ampliamente con los números pero, antes un dibujo que dejaron las elecciones generales de 2016 y las del pasado domingo de Abril..

Así era España luego de votar en 2016. Y de esta otra manera, la de abajo, es la España después del 28-A de 2019. Parafraseando la magistral película "Del rosa al amarillo"de Summers, rodada en el asilo de Carabanchel Alto, al lado de mi academia de preparación a la AGM, podemos decir que el domingo España ha pasado del azul al rojo.

El Partido Popular, por no salvar del batacazo ya no salva ni Galicia, bastión tradicional de este partido desde que Fraga pisó el Congreso de los Diputados. Más de la mitad de la bella Gallaecia, la atlántica, la más desarrollada, amaneció roja este lunes.

¿Cómo es posible este giro en tan sólo tres años?, ¿o no es un giro?

Ahora mismo, los principales bailes de votos se producen intra bloques, de PP a Vox, de PP a Cs o bien de UP a Psoe y viceversa, pero los interbloques, son los menos.

Sin duda, el trasvase de UP a Psoe, pero sobre todo la abstención que decidió salir a votar ha favorecido teñir de rojo provincias que antes no lo eran. En cambio, el mayor caladero de votos de Vox no ha sido la abstención sino, sobre todo, las deserciones del PP.

Cs, que nació socialdemócrata, arrampla votos de derecha e izquierda y tiene un carajal ideológico que hace que gravite hacia uno u otro lado según sople el viento. Cs es un partido del corto plazo, similar a la UCD, que por ser de aluvión se fue al garete al dimitir su líder para intentar parar la asonada militar inducida por el Borbón puesto a dedo por Franco, que quería legitimarse y hacerse perdonar por la izquierda y el propio sistema.


En 2016, la diferencia en votos entre la derecha y las izquierdas era de 10 puntos porcentuales, a favor de la primera. Hoy, no llega a tres puntos, pero si a las izquierdas nacionales le añadimos las independentistas, la izquierda supera al centro derecha en casi trece puntos.

En definitiva, en un parlamento de 350 escaños se van a sentar 203 diputados -eL 58%-  entre gente de izquierda e independentistas que quieren romper la Nación.

No obstante, de lo que nadie habla es que la abstención es el segundo partido de este país, con una cuarta parte del censo electoral, nueve puntos menos que en 2016.

Lo mejor, lo menos malo y lo peor de estas elecciones

Nada , o casi nada, de lo que ha pasado en estas elecciones es para tirar cohetes, salvo para Vox que de 0,2% de votos pasa al infinito de 24 diputados, también, pero menos, para los llamados del Psoe, que ni se lo creen y los independentistas catalanes de Izquierda Republicana. Lo primero, una buena noticia, la segunda y la tercera, desastrosas. Lo peor de lo peor.

Los batacazos han corrido a cargo del Partido Popular y las UP que han perdido mogollón de escaños. Los primeros no saben ni lo que son, ni dónde están y se permitieron llamar veletas a Cs cuando se disfrazan de lo que sea con tal de obtener votos. Tuvieron tanto miedo a Vox que se acercaron al discurso de este partido y sus votos se les fueron por la derecha y la izquierda: a Vox y a Cs. Ahora, donde dije digo, digo diego. De "Valor seguro" a  "Centrados en tu futuro", de la noche electoral a la mañana del lunes. Otro craso error y una inmoralidad.

Podemas Unidas sin las mareas, se han quedado bastante solas en la playa gracias a las enormes contradicciones de sus miembros que en los últimos momentos de la campaña, su macho alfa, se revistió de hombre sensato, mediador, patriota y moderado. Y de algo le valió para salvar algunos muebles y no descender a un averno más oscuro.

Y qué decir del niño de la veleta del "centro", del que tanto se habla. Alguien me tiene que explicar que es eso del centro, porque por no existir, no existe ni en matemática, ni en geometría. No es nada concreto, es una entelequia conceptual como el cero o el infinito. El centro absoluto no existe, se desplaza con lo periférico, con los extremos. De ahí el veletismo de los centristas. Por ello, sus electores varían de un sitio a otro. Por definición, el centro político es la negación de los valores de izquierda y de derecha, de sus extremos que son todos los espacios, pero por ello el centro político se queda sin espacio. Para decirlo claro, sin valores. Y la política son valores del signo que sean, o no es.

En política no funcionan las cosas con medias aritméticas, ni la curva de Gauss, ni las equidistancias. Y tampoco en el mundo de la física y la moral. El centrismo es la nadería, la tibieza y en política eso no funciona. Sinceramente, no veo dónde está la victoria de Cs, ni la aspiración al liderazgo de nada, salvo de si mismos.

El desastre, desastre, es la desaparición de los partidos constitucionalistas de Vascongadas y Cataluña, salvo el voto de  Cayetana Álvarez de Toledo en Barcelona, quedando estas dos regiones al albur independentista y el filo-soberanista Psoe. Todo ello como una etapa más del plan de convertir España en un país multinacional que fomenta la corrección política de Alemania y Francia, y aquí las izquierdas. Detrás irán Valencia, Baleares, Navarra y algo más tarde Galicia y Canarias.

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