miércoles, 2 de mayo de 2018

El tocomocho de la "transversalidad"

Bastantes politólogos han criticado el transversalismo por considerarlo simplemente una estrategia electoralista, basada en la teoría del votante mediano que guiaría a los partidos atrapalotodo (Catch-all parties) a difuminar un posicionamiento ideológico claro en el espectro político clásico, con el fin de obtener votos de todas partes del espectro político.


¿Van a tener razón nuestro paisano Fernández de la Mora con su " Crepúsculo de las ideologías" o el americano de origen japonés Fukuyama en su  “El fin de la Historia y el último hombre” en el que defiende la teoría de que la historia humana como lucha entre ideologías ha concluido, ha dado inicio a un mundo basado en la política y economía de libre mercado que se ha impuesto a lo que el autor denomina utopías tras el fin de la Guerra Fría. La caída del muro berlinés ha sido el detonante de la caída de las ideologías.

Hoy día, los partidos tienden a vendernos la transversalidad. Lagarto, lagarto. Eso quiere decir lisa y llanamente que se han quedado sin discurso. Antaño, los partidos obedecían a una ideología: los partidos socialistas y marxistas, al obrerismo; los partidos conservadores al capitalismo; etc,

Decir que una determinada medida o una idea es transversal es decir humo, es no decir nada. Y como siempre, la izquierda en ésto le ha comido la merienda al centro derecha ya que la pérdida ideológica de los partidos de izquierda o extrema izquierda ha hecho que se han quedado sin su discurso histórico. Franco, por ejemplo, le comió la merienda a los desaparecidos socialistas de posguerra con la apertura económica y el desarrollismo de los años 60, que creó una amplia clase media (el 600, la nevera y las primeras teles)

Ya no hay clase obrera, al menos en el sentido decimonónico, que es cuando surgió el marxismo y su precursor el socialismo utópico. Los obreros fabriles de la revolución industrial y los campesinos de los koljoses soviéticos ya no existen.

Por ello, las muchas izquierdas que hay en España (en otros países es otro cantar) se han ido quedando sin clientela (la derecha, como siempre a por uvas) y ha tenido que buscar caladeros en otras aguas: hoy pescan en el feminismo radical, la ideología de género, el hosexualismo, el globalismo, o el nacionalismo, o lo que sea. Le da igual. En definitiva, lo que a este conglomerado que se conoce como lo "políticamente correcto" sólo le interesa aquello que le permita arrebañar votos. Estos partidos deberían cambiar su nombre por el (los) partido (s) de los "ismos". Sólo les molesta el "cristianismo", pero no así pj. el islamismo. ¿Casualidad?

Pero, esta falsa transversalidad que encubre y sustituye a las dos ideologías dominantes de los siglos XIX y XX, es engañosa y está dirigida por esas inteligencias financieras, mediáticas, supranacionales e invisibles, a trastocar y sustituir los valores tradicionales y los sistemas de pensamiento que han conformado Occidente por un relativismo (acaso nihilismo) moral y un PENSAMIENTO ÚNICO.

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