
Para sus horas más bajas, más íntimas, para bajar las barreras de gallego hermético, Mariano Rajoy eligió a su equipo íntimo, a pocos ministros y sí a Dolores de Cospedal.
Para muchos era la primera vez que le veían hablar abiertamente y derribar el muro hermético y socarrón que lo suele acompañar. Mariano Rajoy explicitó al culpable de lo que había pasado, y éste temía un nombre: Soraya Sáenz de Santamaría.
“La culpa de todo este desastre es de Soraya”, vino a decir el ex presidente, que dijo textualmente: “Ésta, desde hace un año solo ha estado a lo que ha estado”. La sorpresa en la audiencia fue generalizada.
“Ha estado a lo que ha estado”. Ésa era la gran pregunta, a qué ha estado dedicada la vicepresidenta este año, que le ha hecho descuidar sus tareas de control de la situación política en España. ¿A espiar a sus rivales en el partido, a propiciar la caída de líderes molestos del PP, a labores de espionaje más que políticas, como aseguran las leyendas que circulan por la Villa y Corte?
La explicación de Rajoy dejó helada a la concurrencia, si bien generó sonrisas de secreto compartido por alguna otra persona presente. Rajoy se desató y describió cómo la vicepresidenta había estado distraída desde hace al menos un año por un asunto de índole íntima. No precisamente familiar, pero que sí podía afectar a su estructura familiar. Un secreto compartido por pocas personas, pero sí por algunos miembros de la escolta personal de Mariano Rajoy, conocedores del asunto y probablemente informadores del presidente.
Ver artº completo de J Vidal en:
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