En economía, cualquier medida que se tome, repercute sobre todo el sistema mediante lo que se conocen como impulsos. Quizá, sin llegar a la exageración del célebre "efecto mariposa" cuántico por el que el aleteo de una mariposa en Castroverde (Lugo) puede producir cambios en la meteorología de Nueva Zelanda, por eso de que ambas localizaciones están en las antípodas y por ende muy lejanas, respectivamente.
Los impulsos en economía se suelen producir, no todos, en cascada o en cadena. Unos provocan impulsos a otros y éstos a otros y así sucesivamente. Un claro ejemplo de ello, es la inflación. Si dada una situación estable de precios, éstos no se tocaran, no habría inflación. Ésta surge porque algunos agentes modifican al alza el precio de sus bienes o servicios y el resto, o parte, para defender su poder adquisitivo hace lo mismo, o bien, los incrementa en un poco más,
Con los impuestos, ocurre algo parecido. A través de los impuestos el Estado grava la producción y/o el consumo y/o transacción de bienes y servicios para detraer recursos con los que hacer frente a los servicios que éste presta a la sociedad.
El dilema y la controversia social y política de fondo es qué servicios debe prestar el Estado a los ciudadanos: por muchos, bastantes servicios, abogan los sistemas totalitarios y socialdemócratas y más bien por lo contrario, sostienen los liberal-conservadores. Como en muchas cosas de nuestra sociedad esto ya no es así tan nítidamente ya que casi todo está travestido y hay gobiernos socialdemócratas que aplican recetas liberales y sensu contrario.
Mi opinión y la de otros muchos economistas, la mayoría cuyas ideas no estén contaminadas por la política, es que impuestos, solamente los estrictamente necesarios. Pero, volvemos a los mismo: ¿cuáles y cuántos son los necesarios? Pues, eso dependerá del gasto público que se quiera hacer y el coste de los servicios que se quieran prestar. Y vuelta la burra al trigo.
¿Y qué suelen decir y hacer todos los partidos políticos, antes y después de ganar elecciones? Pues, empezar la casa por el tejado: que si hay que subir impuestos, o que si hay que bajar impuestos. Ahora, ni siquiera ya no tienen tan claro que subirlos sea de izquierdas y bajarlos de derechas.
Pues no, los impuestos habrá que subirlos o bajarlos, depende. Depende si queremos gastar mucho, o queremos gastar menos. Por tanto, las discusiones sobre el Presupuesto Anual no deben ser si yo subo y tu bajas, sino qué quiero yo papá Estado pagar, o dejar de pagar y su coste. Lo contrario, es empezar la casa por el tejado, como dijimos.
Si no cada año, sí cada cinco años, habría que formular presupuestos de base 0, es decir, hacer tabla rasa de los anteriores y partir de cero, para limpiarlos de adherencias espúrias que se van haciendo cada año como bolas de nieve de gasto inútil y sin sentido.
Los impulsos que veíamos al comienzo del artº también actúan sobre los impuestos y las ineficacias e ineficiencias en su aplicación y los impulsos viciados también actúan muy negativamente en su papel de distribuidores de rentas e instrumentos de equidad social.
En ese momento habría también que plantearnos los servicios que se van a prestar, uno a uno y valorarlos en costes adecuadamente para, finalmente, ver lo que suma la fiesta y ese, y no otro, será el momento de decidir los impuestos con que se van a cubrir los gastos.
Así, repetir el ejercicio hasta cuadrar los números, siempre, siempre. con el objetivo de que exista equilibrio entre ingresos y gastos y, como mucho, un ligero déficit, para cebar la economía. Lo contrario, acumular déficits año tras año y decenios tras decenios es arruinar a los hijos, nietos, etc, que vienen y vendrán detrás y acumular gasto inútil que son los intereses. Eso es lo que hacen, porque se lo consentimos, los políticos de todos los signos porque lo único que les interesa es buscar votos para 4 años y lo demás les importa tres cojones. ¿Qué pasará cuando nadie nos de crédito o a unos intereses imposibles?
Finalmente, decir que los impuestos no deben ser finalistas sino de caja única, porque la procedencia del dinero del impuesto X, no tiene porque financiar exclusivamente el gasto Y (para eso están las tasas y los precios públicos), sino que debe haber una solidaridad inter fiscal. Lo mismo que debe existir una justa solidaridad interpersonal y generacional, por las que los contribuyentes deben contribuir de acuerdo con su potencia económica y algunas, no muchas, circunstancias.
Un ejemplo de esto último se puede aplicar al impuesto que Sánchez quiere aplicar a la banca, que planteado por un examinando de primer curso de Hacienda Pública o Teoría Fiscal, sería merecedor de un rotundo y clamoroso SUSPENSO. A esta improvisada y demagógica propuesta nos vamos a referir en otro artº, en breve.
Los impulsos en economía se suelen producir, no todos, en cascada o en cadena. Unos provocan impulsos a otros y éstos a otros y así sucesivamente. Un claro ejemplo de ello, es la inflación. Si dada una situación estable de precios, éstos no se tocaran, no habría inflación. Ésta surge porque algunos agentes modifican al alza el precio de sus bienes o servicios y el resto, o parte, para defender su poder adquisitivo hace lo mismo, o bien, los incrementa en un poco más,
Con los impuestos, ocurre algo parecido. A través de los impuestos el Estado grava la producción y/o el consumo y/o transacción de bienes y servicios para detraer recursos con los que hacer frente a los servicios que éste presta a la sociedad.
El dilema y la controversia social y política de fondo es qué servicios debe prestar el Estado a los ciudadanos: por muchos, bastantes servicios, abogan los sistemas totalitarios y socialdemócratas y más bien por lo contrario, sostienen los liberal-conservadores. Como en muchas cosas de nuestra sociedad esto ya no es así tan nítidamente ya que casi todo está travestido y hay gobiernos socialdemócratas que aplican recetas liberales y sensu contrario.
Mi opinión y la de otros muchos economistas, la mayoría cuyas ideas no estén contaminadas por la política, es que impuestos, solamente los estrictamente necesarios. Pero, volvemos a los mismo: ¿cuáles y cuántos son los necesarios? Pues, eso dependerá del gasto público que se quiera hacer y el coste de los servicios que se quieran prestar. Y vuelta la burra al trigo.
¿Y qué suelen decir y hacer todos los partidos políticos, antes y después de ganar elecciones? Pues, empezar la casa por el tejado: que si hay que subir impuestos, o que si hay que bajar impuestos. Ahora, ni siquiera ya no tienen tan claro que subirlos sea de izquierdas y bajarlos de derechas.
Pues no, los impuestos habrá que subirlos o bajarlos, depende. Depende si queremos gastar mucho, o queremos gastar menos. Por tanto, las discusiones sobre el Presupuesto Anual no deben ser si yo subo y tu bajas, sino qué quiero yo papá Estado pagar, o dejar de pagar y su coste. Lo contrario, es empezar la casa por el tejado, como dijimos.
Si no cada año, sí cada cinco años, habría que formular presupuestos de base 0, es decir, hacer tabla rasa de los anteriores y partir de cero, para limpiarlos de adherencias espúrias que se van haciendo cada año como bolas de nieve de gasto inútil y sin sentido.
Los impulsos que veíamos al comienzo del artº también actúan sobre los impuestos y las ineficacias e ineficiencias en su aplicación y los impulsos viciados también actúan muy negativamente en su papel de distribuidores de rentas e instrumentos de equidad social.
En ese momento habría también que plantearnos los servicios que se van a prestar, uno a uno y valorarlos en costes adecuadamente para, finalmente, ver lo que suma la fiesta y ese, y no otro, será el momento de decidir los impuestos con que se van a cubrir los gastos.
Así, repetir el ejercicio hasta cuadrar los números, siempre, siempre. con el objetivo de que exista equilibrio entre ingresos y gastos y, como mucho, un ligero déficit, para cebar la economía. Lo contrario, acumular déficits año tras año y decenios tras decenios es arruinar a los hijos, nietos, etc, que vienen y vendrán detrás y acumular gasto inútil que son los intereses. Eso es lo que hacen, porque se lo consentimos, los políticos de todos los signos porque lo único que les interesa es buscar votos para 4 años y lo demás les importa tres cojones. ¿Qué pasará cuando nadie nos de crédito o a unos intereses imposibles?
Finalmente, decir que los impuestos no deben ser finalistas sino de caja única, porque la procedencia del dinero del impuesto X, no tiene porque financiar exclusivamente el gasto Y (para eso están las tasas y los precios públicos), sino que debe haber una solidaridad inter fiscal. Lo mismo que debe existir una justa solidaridad interpersonal y generacional, por las que los contribuyentes deben contribuir de acuerdo con su potencia económica y algunas, no muchas, circunstancias.
Un ejemplo de esto último se puede aplicar al impuesto que Sánchez quiere aplicar a la banca, que planteado por un examinando de primer curso de Hacienda Pública o Teoría Fiscal, sería merecedor de un rotundo y clamoroso SUSPENSO. A esta improvisada y demagógica propuesta nos vamos a referir en otro artº, en breve.
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