José Enrique Villarino Valdivielso
Economista
El jueves pasado decíamos que "España se muere" y lo corroboran los últimos datos del INE disponibles. Cada vez hay menos niños, más mayores, más mayores, (valga la redundancia) y todos concentrados en menos de la cuarta parte de España. El peor modelo demográfico y territorial posible. Y poco, o nada se hace para intentar revertir la situación, cosa que quizá ya no sea posible. A nuestros políticos nada parece importarles el futuro de todos, solo les interesa chapotear entre la mierda para ganar cada cuatro año las elecciones. Porca miseria.
Al despoblamiento rural, como al perro flaco, todo son pulgas. En el territorio despoblado se quedan las personas más frágiles social y económicamente. Desaparecen o se reducen servicios y equipamientos colectivos de todos los tipos, los campos quedan no sólo yermos de personas sino también de riqueza agraria y forestal. Se pierde también todo el bagaje de la historia, las costumbres, la cultura de las gentes, las cosas y los oficios de antaño.
La despoblación rural, un fenómeno de viejo, nunca mejor dicho
En verde, los municipios que concentran el 90% de la población |
España era hasta mediados los sesenta del siglo pasado un país rural y pobre cuya débil economía producía excedentes humanos que no encontraban otra solución que traspasar el terruño hacia otras regiones y otras tierras plus ultra.
Con posterioridad, en la mitad del siglo XX a esta emigración extra europea se suma una emigración regulada a los países europeos más prósperos: Alemania, Suiza, Francia, Inglaterra, etc. Pero no todo fue emigración. También hubo migraciones internas que despoblaron el centro peninsular y las regiones más atrasadas, en favor de los centros industriales y fabriles de las Vascongadas, Cataluña, Madrid y el levante costero.
Las consecuencias son que hoy la mitad de los municipios españoles cuentan con menos de 1.000 habitantes lo que produce envejecimiento, salida de población joven, caída de la natalidad y baja densidad demográfica que son los ingredientes de la batalla final, merced a la cual el agro se despuebla a razón de cinco personas a la hora.
Según las últimas proyecciones del INE, España contará con 49 millones de habitantes en 2033 y uno de cada cuatro tendrá 65 años o más. En palabras del presidente de la Comisión de Despoblación de la FEMP, Juan Antonio Sánchez Quero: “Para decenas de pueblos, quizás cientos, es muy posible que ya sea tarde. Para varios miles de los que están en riesgo sí hay remedio. Pero para eso hacen falta urgentes políticas de Estado, porque el problema demográfico es un problema de Estado de primer orden”,
No hace mucho, el diario El País publicaba estas cifras definitivas y definitorias del grave problema que nos incumbe:
Más de 42 millones de habitantes se concentran en 1.500 municipios en una extensión que equivale al 30% superficie del país. Otros 4,6 millones se reparten por el 70% del territorio. El 60% de los municipios (4.800 de más de 8.100) tienen una proporción de dos mayores de 65 años por un menor de 15. En más de 1.000 localidades no hay menores de cinco años. En casi 400 no hay jóvenes de menos de 15 años.Los costes de la despoblación
Como ya he dicho en la introducción, la despoblación tiene un alto coste no sólo en términos humanos, sentimentales y culturales, sino también en pérdida de riqueza y en sobrecostes en la prestación de servicios públicos básicos como Sanidad, Educación y Servicios Sociales.
Por ejemplo, el gasto farmacéutico e dispara entre un 10% y un 20% más según los municipios, regiones y localización, pero los mayores sobrecostes se dan en la enseñanza, en que el coste medio de un alumno en una escuela rural es más del doble que en la urbana: 3.000 euros frente a 8.000.
Quienes sufren la despoblación y la sienten en sus propias carnes piden medidas urgentes para paliar al menos el suicido poblacional: el acceso a tres servicios básicos: sanidad, transportes y educación y trabajo en la agricultura y la agroindustria. Los más jóvenes demandan también servicios de internet para los nuevos proyectos de innovación.
Las dos primeras demandas son de carácter paliativo, al menos para sostener en el territorio a quienes ya son mayores y cobran alguna pensión o prestación social. Para ellos es fundamental que tengan plena accesibilidad a la sanidad y a un transporte que sirva a sus demandas reales de movilidad. La educación es un requisito básico para que la repoblación por personas jóvenes pueda realizarse en condiciones aceptables con sus trabajos.
Lo mejor para no hacer nada es hacer una estrategia
Malo, cuando a las cosas sencillas se las encubre con palabras rimbombantes como es en este caso la denominada Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico que fue creada por el partido hoy en la oposición, que tuvo una comisionada, sustituida por otra nombrada por el Psoe, Los barones autonómicos se reunieron en enero de 2017 y todavía, de estrategia, nada. Dice Meritxell Batet que para mediados de 2019 habrá estrategia, cosa que no se cree ni harta de vino.
Todo apunta a que el problema demográfico de España no es un problema de Estado para los políticos actuales y los anteriores. Así por ejemplo, en 2007 se aprobó por el Gobierno de José Luis Rodríguez la llamada Ley de Desarrollo Rural que desde su aprobación las medidas concretas para frenar la despoblación han brillado por su ausencia.
Isaura Leal, la nueva comisionada del gobierno socialista daba recientemente datos sobrecogedores. “Si hace unos años un abuelo iba al parque con varios nietos, hoy, un nieto va con sus cuatro abuelos… Estamos ante el mayor reto del país en las próximas décadas, que exige la implicación de todos los poderes públicos: Estado, Comunidades Autónomas y entidades locales. Es un tema que afecta a todo el país y un proyecto a corto, medio y largo plazo. Aquí no hay varitas mágicas ni recetas únicas”.
Veremos a ver.
Algunas iniciativas interesantes
Tienen implantación en bastantes regiones españolas, fundamentalmente en los grandes desiertos poblacionales de la alta meseta norte, tierras del sistema Ibérico ( nortes de Palencia, Burgos, León ), Teruel, Galicia interior, etc). Se trata del servicio de comercio a la puerta por el que emprendedores jóvenes, con una furgoneta y mucho arrojo, intermedian entre los proveedores varios, alimentarios, farmacéuticos, incluso para gestiones burocráticas sencillas y los domicilios de las gentes que todavía permanecen en los pueblos despoblados, mayormente de edades muy avanzadas.
Se trata de auténticos ultramarinos o colmados de los que existían antaño donde lo mismo se podía comprar una hoz para la siega, un litro de aceite, unas zapatillas o unas zuecas o los productos fitosanitarios para el campo. Hoy, a estos productos se añaden las medicinas que necesitan adquirirse en la farmacia de la cabecera municipal, o la recogida previa autorización de paquetes en la oficina de correos y un sin fin de prestaciones más, de gran ayuda para los residentes ancianos y menos ancianos.
Una segunda, o quizá la primera:
En la mayor parte, perdón, en la totalidad de las regiones españolas se han extendido los establecimientos del llamado turismo rural que ocupa un puesto muy destacado en las cifras del turismo interior. Siendo cierto, que en muchos casos se trata de empleos autónomos o de autoempleo, cada vez más se registran empleos asalariados en esta actividad, que tiene una particularidad sobre la pura actividad hotelera empresarial y urbana, ya que incorpora anejas a la misma toda una serie de actividades complementarias muy interesantes.
Así por ejemplo, en muchos establecimientos rurales se ofertan excursiones, cicloturismo, senderismo, clases de cocina, artesanía local, apicultura y productos del campo: conservas vegetales y frutales, mieles, conservas, etc, que sirven para dinamizar la economía aunque sea a una humilde escala local.
Para finalizar, aquí dejo otra humilde propuesta
Ya he hablado del servicio a domicilio de alimentación, sencillo comercio y pequeñas gestiones que soluciona parte de los problemas de los residentes rurales en muchos pueblos de nuestra geografía. Pero esta interesante actividad no cubre las demandas sanitarias, cada vez más numerosas por la edad de los habitantes que mal pueblan el espacio rural.
La gente mayor y menos mayor necesitamos ir al médico de familia, a los especialistas y, en ocasiones al hospital. Estos desplazamientos no están cubiertos por las urgencias de la Seguridad Social y requieren acudir al servicio de taxi, con el consiguiente desembolso pecuniario para unas economías de extrema debilidad, en muchos casos.
Para paliar esta carencia, se me ocurre que las Diputaciones provinciales (mejor que las comunidades autónomas y los propios ayuntamientos por eso del mamoneo imperante ) presten servicios mancomunados de acuerdo con los taxistas de la zona y las citas de la SS para organizar rutas diarias para acercar a los establecimientos sanitarios aquellos que lo necesiten, así como a la cabecera municipal para cualesquiera otras gestiones que necesitasen realizar.
El coste sería a cargo de los fondos de las diputaciones y en menor medida la CA y los ayuntamientos, salvo una cuota simbólica a cargo de los beneficiarios para no banalizar negativamente el servicio y los servicios sociales se encargarían de la organización de rutas, turnos etc. Hemos preferido esta solución a la también posible de un servicio público de microbús o bus porque este nuevo servicio entraría en clara competencia con el taxi, destruyendo empleos en el sector.
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Algunas referencias:
http://www.seat.mpr.gob.es/portal/prensa/actualidad/noticias/2018/09/20180927.html
https://www.merca2.es/espana-rural-desangra-habitantes/
https://emprendeyvive.xn--lamigaa-9za.com/
https://www.agrodigital.com/2018/12/13/emprende-y-vive-rural-2018/
https://elpais.com/politica/2018/10/05/actualidad/1538767620_420819.html
https://www.redruralnacional.es/documents/10182/362622/170117-Despoblamiento_Acuerdo_Conferencia_Presidentes.pdf/545b9785-a5d2-4b86-ab86-25a90350389f
Muy buena reflexión, que comparto plenamente. Pero le veo un desequilibrio difícil de solventar, como a la mayor parte de los numerosos escritos, eventos, etc. sobre el tema: el énfasis en describir, que no diagnosticar, el problema y la debilidad de la parte dedicada a las medidas para afrontarlo. En efecto es un problema de estado, pero también cultural de la propia sociedad (incluso la todavía rural) que se ha "desruralizado" y paralelamente "urbanizado"(incluso la todavía rural). Y seguramente el cuello de botella para la sostenibilidad demográfica del mundo rural, más que los equipamientos y servicios sociales, sea la dificultad de crear empleo capaz de soportar a un tejido social estable. De ahí la importancia de los emprendedores: es modélico el caso que presenta el artículo, de los "ultramarinos ambulantes" que van de pueblo en pueblo con las furgonetas acondicionadas como los antiguos colmados, o los que llevan el pan; y no solo en el verano. Siempre me pregunto como pueden subsistir.
ResponderEliminarDesgraciadamente el mundo rural no tiene la capacidad de presión ciudadana de otros colectivos cuyo éxito contemplamos diariamente.