miércoles, 8 de mayo de 2019

El PP entre la "p" de espada y la "p" de pared

Lo primero que he de decir es que Pablo Casado tiene una depre de mucho cuidado. Se le nota en la voz, ese testigo implacable que todos tenemos para reflejar cómo anda de serotonina nuestro cerebro. Como el dicho: "entre todos la mataron y ella sola se murió".


Después del batacazo del domingo, Pablo Casado ha caído nuevamente en las redes de los marianos, hecho avalado por el abrazo del oso que este fin de semana le propinó el presidente gallego Núñez Feijóo, que le obligó a escenificar una auténtica confesión con arrepentimiento y propósito de la enmienda incluidos. Y dónde antes de las elecciones dijo digo, el lunes dijo diego. La gente no perdona estos giros.

Yo creo que Pablo Casado es una buena persona, que no se atreve a romper amarras con su pasado y el partido que despeñó Rajoy. Ganó las primarias de su partido apuntando nuevas formas de retorno a los valores con que nació su partido y, al tiempo, templando gaitas a los marianos y los sorayos.

Rajoy abandonó en una tarde de conciliábulo etílico un barco que no quiso llevar a puerto. Y Casado se tiró a gobernar un barco averiado. Las razones del batacazo, no son todas de Casado sino que vienen de cuando Rajoy decidió no hacer política y quedarse como mero administrador económico, haciendo  dejación de sus promesas electorales.

Y Casado ganó las primarias y casi de forma inmediata se convocaron elecciones, y la cagó. Se equivocó de adversario y se dedicó a repartir estopa a quienes deberían ser sus socios, que lo son en Andalucia. Dejó el campo libre a Sánchez para que este calentase a su electorado, en especial al femenino maduro que solía quedarse en casa, y se creyó que su enemigos eran Rivera y Abascal, sobre todo este último.

El PP se debate entre la espada y la pared. La espada es Vox que ha tomado el estandarte de los valores de los que abdicó el inane Rajoy, la facción derecha del antiguo PP y la pared es Cs y Rivera que le han comido la tostada del centrismo. Y en este sándwich, el PP se quedó de fina loncha de jamón york.

El PP se quedó, como esa España que decimos "vacía". Pero, sobre todo, vacío de ideología de la que nunca ha estado muy fuerte. Se ha quedado sin sitio por su izquierda y por su derecha.

Y para las copias, ya están los originales.

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