jueves, 18 de julio de 2019

La obispalía desmemoriada

Si hoy existe la iglesia católica en España, es debido al alzamiento de Franco junto con otros militares nacionales. Ya desde 1934 se fue acentuando la persecución religiosa a curas, monjas, así como quemas y atentados a iglesias e instituciones y colegios religiosos. Durante los gobiernos del frente popular se mataron curas y monjas a mansalva, al igual que a civiles, por el mero hecho de ir a misa.


Durante el régimen de Franco la iglesia católica gozó de privilegios para contar y no parar. Todo eran prebendas de las que no gozaban y disfrutaban otras confesiones, como podían ser las llamadas protestantes.

A la iglesia católica le fue restituido mucho del patrimonio embargado por los gobiernos del frente popular; se les facilitó la construcción de nuevos edificios y templos y la iglesia gozó de libertad para enseñar en todos los niveles educativos. Hasta tal punto la iglesia obtuvo prebendas, que esta confesión llegó a ser la religión de un estado que se proclamaba confesional y que firmó con el vaticano pactos muy favorables para las labores pastorales y económicas del catolicismo español.

Sobre los sucesores de la obispalía de antaño se ha extendido una amnesia digna de mención. La transición y la nueva constitución declararon la aconfesionalidad del estado  -que no la laicidad, cosas bien distintas-  y los nuevos curas y no digamos los nuevos obispos se  convirtieron a la "neutralidad" y la "equidistancia", tan de boga ahora.

Bueno, no tanta neutralidad. Los obispos vascos hace ya muchos años  -desde la muerte de Franco-  ya apuntaban maneras y eran consentidores sino promotores del terrorismo etarra. Todos conocemos y tenemos en nuestra retina los funerales de las fuerzas de seguridad y de militares en que había que buscar curas  -no digamos obispos-   debajo de las piedras para que oficiasen las ceremonias de funerales y enterramientos y los féretros tenían que salir por la puerta de atrás.

Otro tanto apuntaba también el clero catalán, arremolinado en torno a su vaticano de Montserrat, cuna y embrión de numerosos clérigos separatistas, donde eran muy bien acogidas estas doctrinas. Hoy día, tanto el clero vasco y catalán y sus obispos son abiertamente mayoritariamente  independentistas. Y el papa montonero, y sus colegas anteriores, mirando todos para otro lado.

Disidentes fueron también los curas obreros que hicieron el caldo gordo a CCOO, que se valía de su candidez e ingenuidad para los fines de derrocar al régimen de Franco y al sindicato oficial. Oficiales y bien nutridos de dinero pasaron a ser el duopolio CCOO-UGT en la transición -este último surgido de la noche a la mañana-   y hasta hoy día.

La llamada conferencia episcopal que no pasa de ser una obispalía meliflua y tibia, no se sabe si va o viene. Sus miembros han decidido no mojarse en nada, ni opinar de nada, ni defender la doctrina de la iglesia y prefieren mostrarse neutrales en todo y, sobre todo, políticamente muy, muy correctos. Ejemplo, la cansina exhumación de Franco y el papel cobarde y ignominioso que están desempeñando estos jetas que dicen gobernar la iglesia española.

Todo, para que no les llamen fachas. Siguiendo la imposición cultural y social de la izquierda, al igual que desde años vienen haciendo los políticos, periodistas, banqueros, intelectuales y medios de comunicación.

Por mi, que se vayan todos a hacer puñetas.

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