Si hoy existe la iglesia católica en España, es debido al alzamiento de Franco junto con otros militares nacionales. Ya desde 1934 se fue acentuando la persecución religiosa a curas, monjas, así como quemas y atentados a iglesias e instituciones y colegios religiosos. Durante los gobiernos del frente popular se mataron curas y monjas a mansalva, al igual que a civiles, por el mero hecho de ir a misa.
Durante el régimen de Franco la iglesia católica gozó de privilegios para contar y no parar. Todo eran prebendas de las que no gozaban y disfrutaban otras confesiones, como podían ser las llamadas protestantes.
A la iglesia católica le fue restituido mucho del patrimonio embargado por los gobiernos del frente popular; se les facilitó la construcción de nuevos edificios y templos y la iglesia gozó de libertad para enseñar en todos los niveles educativos. Hasta tal punto la iglesia obtuvo prebendas, que esta confesión llegó a ser la religión de un estado que se proclamaba confesional y que firmó con el vaticano pactos muy favorables para las labores pastorales y económicas del catolicismo español.
Sobre los sucesores de la obispalía de antaño se ha extendido una amnesia digna de mención. La transición y la nueva constitución declararon la aconfesionalidad del estado -que no la laicidad, cosas bien distintas- y los nuevos curas y no digamos los nuevos obispos se convirtieron a la "neutralidad" y la "equidistancia", tan de boga ahora.
Bueno, no tanta neutralidad. Los obispos vascos hace ya muchos años -desde la muerte de Franco- ya apuntaban maneras y eran consentidores sino promotores del terrorismo etarra. Todos conocemos y tenemos en nuestra retina los funerales de las fuerzas de seguridad y de militares en que había que buscar curas -no digamos obispos- debajo de las piedras para que oficiasen las ceremonias de funerales y enterramientos y los féretros tenían que salir por la puerta de atrás.
Otro tanto apuntaba también el clero catalán, arremolinado en torno a su vaticano de Montserrat, cuna y embrión de numerosos clérigos separatistas, donde eran muy bien acogidas estas doctrinas. Hoy día, tanto el clero vasco y catalán y sus obispos son abiertamente mayoritariamente independentistas. Y el papa montonero, y sus colegas anteriores, mirando todos para otro lado.
Disidentes fueron también los curas obreros que hicieron el caldo gordo a CCOO, que se valía de su candidez e ingenuidad para los fines de derrocar al régimen de Franco y al sindicato oficial. Oficiales y bien nutridos de dinero pasaron a ser el duopolio CCOO-UGT en la transición -este último surgido de la noche a la mañana- y hasta hoy día.
La llamada conferencia episcopal que no pasa de ser una obispalía meliflua y tibia, no se sabe si va o viene. Sus miembros han decidido no mojarse en nada, ni opinar de nada, ni defender la doctrina de la iglesia y prefieren mostrarse neutrales en todo y, sobre todo, políticamente muy, muy correctos. Ejemplo, la cansina exhumación de Franco y el papel cobarde y ignominioso que están desempeñando estos jetas que dicen gobernar la iglesia española.
Todo, para que no les llamen fachas. Siguiendo la imposición cultural y social de la izquierda, al igual que desde años vienen haciendo los políticos, periodistas, banqueros, intelectuales y medios de comunicación.
Por mi, que se vayan todos a hacer puñetas.
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